Hummer

Lunes, empieza una nueva semana, noto que será bastante pesada. Recién pasó la quincena y me jode saber que ya se me terminó el dinero, a pesar de que mi sueldo es semanal. Escucho por internet la nueva era de Rock 101 y justo la locutora, Dominique Peralta, habla acerca de “de qué nos queremos liberar cuando escuchamos música” y pone “Love Her Madly” de los “Doors” que me evoca una sonrisa. Por un instante recordé cuando siendo más joven (ajá), por allá del 94 o 95 las cosas eran muchas más sencillas y lo único que me preocupaba era llegar al CCH y sentarme en el piso afuera del edificio “V” para platicar con mis amigos de las cosas más triviales y de las cuales, ya no recuerdo nada. Solía ser una persona desinteresada y algo desobligada, sin embargo, siempre me jactaba de no tener vicios, ya que no tomaba y mucho menos fumaba, tenía la idea de ser demasiada buena persona para hacerlo. Despierto de mi viaje relámpago al pasado y regreso ahora a la pantalla del Twitter. El tema de moda es Chile y el quinto terremoto más fuerte de la historia. Robot2x1 postea algo así acerca de los “fayles” diciendo que existen chilenos pidiendo a gritos que los maten por no querer superar esa desgracia, y que alguno que otro loco twittea que lo harán. No me agrada el tema. Mejor voy a Facebook. Viridiana y Mariela han puesto una nueva foto de perfil. Mi instinto “natural” (ajá) hace imposible evitar a poner un Me gusta a ambas fotos sabiendo que ninguna de las dos responderá si quiera con un gracias. Como sea, para eso las agregué, me digo, para calificarlas y levantarles su ego en esas fotos sexys.

Llevo ya dos meses en ésta nueva farmacia; dejé Apan al terminar al año pasado y me vine pa’ la capital del estado. Está situada en la zona más «popis» de Pachuca llamada San Javier. Irónicamente, tengo de vecinos a un Spa donde llegan desde señoras encopetadas de dinero (muy buenonas por cierto) hasta jovencitas fresas e hijas de papi, (más buenonas, por cierto); y también junto está SEDESOL (Secretaría de Desarrollo Social), donde el contraste es el que se hace presente, gente humilde que asiste para recibir ayuda del gobierno Federal y en la que su mayoría vienen de las sierras y demás poblaciones marginadas del estado de Hidalgo, uno de los más pobres del país.

Hoy la venta ha estado bastante floja, las expectativas para la farmacia no se han cumplido como se esperaba. Salgo a desentumirme un poco de mil horas en internet y encuentro a unos metros de mí un espacio para estacionar mi auto, al cual había dejado a casi cuadra y media de donde estoy. Casi corro por él, ya que tengo una ventana que no cierra bien y temo puedan abrirlo fácilmente. Acelero y logro ganarle el lugar a un pequeño auto compacto, me nació lo chilango de repente (sí, ajá). Bajo del auto y frente a mí, una pareja de trabajadores de Teléfonos de México me miran molestos por lo que ellos consideran una jugada “gandaya”. Escucho bajito que uno de ellos me dice con un cigarrillo en la boca “che mamón, ¡traes carro güey!” que logra apenarme un poco. Deduzco por el comentario que el tipo no ha de tener un auto siquiera como el mío. Bajo y mientras activo la alarma con el control, una Hummer blanca casi me arrolla al entrar abruptamente al estacionamiento de la farmacia, a unos centímetros de mi pequeño beetle 2000. De ella baja un sujeto joven, alto y rubio, el cual me ve y con una sonrisa más gandaya todavía, se dirige hacia la farmacia. Me quedo estático un momento, ha logrado darme un buen susto. No entro sin embargo, y volteo a ver a los trabajadores de la compañía de teléfonos que sonríen mientras fingen trabajar excavando un agujero. Carlos, la persona que me ayuda, atiende al rubio que antes de subir de nuevo a su camionetota arroja al suelo un cigarro recién encendido y enseguida se va arrancando a toda velocidad y sin siquiera voltear a verme, sabiendo lo que ocasionó con su acción.

Me quedo un poco consternado. Por un momento me sentí abrumado por dos clases de personajes. Ambos contradictorios. Uno, el que sabedor de tener gran poder adquisitivo, minimiza, agrede y se burla del que no lo tiene. Y otro, el que se alegra de la desventura de alguien tal vez con un poco de mejor suerte como yo. Regreso al Twitter. Y ahora mi estado cambia a “che mamón, traes carro güey, no! Es una Hummer!!”. El sentido de mi día ha cambiado repentinamente. Salgo un par de horas despúes, ya es casi de noche. Aún veo los faros redondos de la Hummer en mi cabeza y la sonrisa malévolas de esas personas. Observo mi auto, mi “vochote” y recuerdo con cuánto trabajo lo he conseguido. Camino un poco y veo al agujero mal hecho que aquellos trabajadores de la empresa de teléfonos fingieron construir. Observo alrededor varias colillas de cigarro, de cigarros baratos. Volteo a donde está el casi entero cigarrillo que el tipo de la Hummer arrojó. Respiro profundo, me siento en el suelo. Sonrío. Por fin regresa la tranquilidad a mí.

incitatüs
(marzo’10)

Imagen: internet

~ por incitatüs en 2 marzo 2010.

4 respuestas to “Hummer”

  1. Pues, mi comentario simplemente será: Qué chido que tuviste la oportunidad de vivir el contraste en un tiempo y espacio únicos, hay personas que se pasan la vida de un solo lado y entonces nunca tienen chance de contrastar ni su realidad, ni la realidad de los demás…menos la de los demás.

  2. Se que ya ha pasado algo de tiempo de este escrito, pero como te lo puse ayer en mi face tiene una fan, no se si una mas pero una que en agradece haver formado parte de tu pasado y de tu presente.

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